Pensemos en alguien que se ha formado en una profesión, la cual le ha llevado a permanecer al interior de una oficina frente a un computador durante un tiempo considerable, suficiente como para que la labor y el entorno se le hagan habitual o costumbre ¡Me incluyo en ese nicho! Seguramente al inicio de ese estilo de vida laboral, recibir una extensión telefónica privada, móvil, dirección electrónica corporativa, computador portátil y un espacio de trabajo asignado, hayan sido cosas que le dieron cierto estatus o “caché” a la función que se iba a desempeñar, como a la Organización a la que se ingresaba. Cosas que luego se hicieron completamente corrientes y habituales, a tal punto de que hoy en día se ponga en duda la credibilidad e importancia de una empresa, como de un particular influyente, si sus cuentas de correo electrónico continúan diciendo Hotmail o Gmail. A medida que se va escalando en la organización, en muchas ocasiones el perfil del empleado al que nos referimos comie...
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